Hoy hablamos sobre el deseo sexual y los diferentes elementos que pueden afectarlo, especialmente en épocas tan extraordinarias como la pandemia que estamos viviendo.
El aislamiento social, las limitaciones a la vida cuotidiana, el encierro en casa, el miedo a contraer la enfermedad y las muertes cercanas que hayamos podido sufrir están causando un fuerte impacto en nuestra salud mental y el bienestar emocional, y la esfera sexual no se escapa de estas afectaciones. Mientras en algunos ocasiones hay quien «ha aprovechado» el tiempo extra para ponerse a llamar a la cigüeña, muchas parejas encuentran que su vida sexual ha disminuido en frecuencia y calidad o es directamente inexistente. En este artículo exploraremos las causas de ello y veremos posibles soluciones. Como siempre, podéis ir a mi canal de YouTube para ver el streaming completo.
Deseo y deseo sexual hipoactivo
Antes de meternos de lleno en el turrón, pongámonos en contexto ¿qué es el deseo sexual? ¿cuándo podemos hablar de falta de deseo sexual? ¿es lo mismo que excitación?
Hablamos de deseo para referirnos a la motivación de iniciar o participar en actividades sexuales, ya sea de forma individual o compartidas con otras personas. La presencia de pensamientos y fantasías sexuales y el disfrute de dichas actividades.
El deseo sexual es diferente a la excitación. Esta última hace referencia al conjunto de respuestas fisiológicas que se desencadenan cuando hay deseo o cuando se inicia un contacto/actividad sexual.
Para poder hablar de disfunción sexual, será necesario que se cumplan los siguientes factores:
- El problema debe producirse durante un período prolongado de tiempo, de forma más o menos constante. Se puede tener una disfunción sexual asociada a circunstancias concretas (p.e. que solo aparezca con una pareja pero no con otras personas o en la masturbación), pero debe ser un hecho sostenido en el tiempo para hablar de la existencia de un trastorno o problema.
- No puede ser explicada mejor por otras circunstancias como el consumo de sustancias, la presencia de otras enfermedades o la existencia de causas externas (cómo una pandemia). En estos casos, se considera que la falta de deseo es un síntoma del problema principal, y debería tratarse este primero.
- Tiene que suponer un malestar a la persona. Si no se vive la ausencia de deseo como algo negativo o preocupante, entonces no puede considerarse un trastorno. La asexualidad es una orientación sexual normal, dónde no existe atracción hacia nadie y no supone ningún tipo de problema o enfermedad.
Finalmente, el diagnóstico tiene que venir siempre dado por una profesional. Si creéis que podéis sufrir una disfunción sexual por deseo hipoactivo (el palabrejo técnico) consultad con vuestra médica para que pueda derivaros a la profesional adecuada.
Libido en tiempos de COVID
En este artículo por eso, nos centraremos en que factores que se desprenden de la situación de pandemia pueden estar afectando a nuestra vida sexual, sin que ello signifique necesariamente que padezcamos una disfunción sexual. Sin ningún orden en particular:
Estrés y ansiedad
Por si alguien no se había enterado todavía, estamos en pandemia, hay un virus «corriendo por ahí suelto» que puede matarnos a nosotras o a nuestros seres queridos. La respuesta lógica de nuestro cuerpo ante esta amenaza real es el miedo, activar la respuesta de estrés (el conocido fight or fly) y prepararnos para lo peor.
Pero por muy adaptativa que sea nuestra respuesta de estrés para salir por patas de un león, no nos sirve de mucho contra un virus y menos en una situación que lleva ya casi un año alargándose. El estrés a largo plazo puede causar muchos problemas para nuestra salud (si sientes que tus niveles de ansiedad son constantemente elevados y te generan un malestar importante, por favor, acude a un profesional de la salud). Te dejo también algunas recomendaciones de libros para gestionar mejor el estrés.
Además, la activación que se pone en marcha para poder enfrentarnos a un peligro consume mucha energía. Estos recursos se compensan poniendo en stand by otras funciones biológicas que se consideran secundarios en momentos de emergencia como la reproducción, el crecimiento o el sistema inmunitario: básicamente, si estás huyendo por tu vida, no es el mejor momento de ponerte a follar. De hecho, a nivel fisiológico, la respuesta sexual la coordina el sistema autónomo parasimpático mientras que la de estrés la regula el simpático. Estos dos sistemas -que son igual de majos- son incompatibles entre si, es decir, no pueden estar activados de forma simultánea.
Malos hábitos
Otros de los efectos de la pandemia que impactan directamente en nuestra salud a nivel más orgánico/fisiológico, es la pérdida de hábitos saludables o la adquisición de malos hábitos. Aquí englobamos la falta de ejercicio, la poca higiene de sueño (el no dormir bien), el comer a deshoras y sin tener una dieta equilibrada… A muchas se nos han desajustado totalmente los horarios y la ansiedad y distimia no ayudan a motivarnos para la vida fitness y pasarnos horas en la cocina (a no ser que esa sea precisamente nuestra forma de enfrentarnos y gestionar el estrés).
Obsesionarse con ser super sana no es saludable. El cuidado tiene que surgir del amor propio y del quererse bien, no de las inseguridades, los estereotipos o la culpabilidad por no hacer «lo suficiente».
Como reza el dicho «mente sana in corpore sano», si estamos faltas de energía por no descansar lo suficiente (sea porque dormimos mal o porque tenemos los horarios invertidos), o nuestra forma física se resiente por varios meses de vida sedentaria, vamos a notar cómo esto nos repercute en el estado anímico (¡y viceversa!) y cómo en general tenemos menos energía para todo, incluido para el sexo.
De la misma manera, no tener unos hábitos saludables en cuanto a la gestión emocional y la mente se refiere, puede conllevar también que estemos apáticas y desmotivadas. Hacemos referencia no solamente a tener altos niveles de estrés pero también tener ausencia de horarios o rutina, realizar únicamente actividades que nos distraigan la mente pero no nos aporten nada a nivel psicológico (como pasarse el día en redes sociales o plataformas de streaming) pero también centrarse mucho en el trabajo y las obligaciones y no buscar momentos de descanso y ocio. Aislarnos socialmente y no hablar con nuestras personas allegadas, buscar información compulsivamente sobre el covid y verse todos los reportajes y noticias o dar rienda suelta y recrearnos en pensamientos negativos y catastrofistas.
Cuidar la salud mental puede ser todo un reto, especialmente si ya sufríais algún tipo de trastorno previo, pero ahora es más clave que nunca. Es posible que la falta de deseo sexual sea solo un síntoma de un período distímico que estéis pasando. Os enlazo un vídeo que hice al principio de la pandemia con 5 reflexiones y os invito a que busquéis ayuda profesional si creéis que se os está haciendo demasiado cuesta arriba. Somos muchas las profesionales que visitamos virtualmente.
Falsas expectativas
¿Os ha pasado en esta pandemia que habéis abierto las redes sociales y habéis visto a todo el mundo haciendo pan? o pintando cuadros estupendos, o presumiendo de haber aprendido tres idiomas nuevos… y entonces cometes ese acto maravilloso que es COMPARARTE. Esto de normal suele ser un peligro para la autoestima en todos los ámbitos, y el sexual no es la excepción. Cogemos como referente de lo normal y lo esperable lo que nos venden las películas (pornográficas o románticas) y nos frustramos cuando no conseguimos tener una vida sexual basada en un guion ficticio y trucos de cámara. Si a esto le sumamos a pretender compararnos con nuestro vecino en base de lo mucho o poco que le oímos gritar al otro lado de la pared…
Cada sexualidad individual es única y diferente y cuando nos juntamos con nuestras parejas sexuales le añadimos más variedad al asunto. Perseguir ideales inalcanzables o una supuesta normalidad en nuestra vida sexual, sólo nos llevará a generar frustración.
Problemas de pareja
La sexualidad es un elemento más dentro de la relación de pareja y a veces puede ser el primer síntoma de que algo va mal en la relación o de que están habiendo pequeños rifi-rafes. Todas las relaciones (sean de pareja o no) pasan por sus más y sus menos y los estresores del día a día pueden a veces perjudicar gravemente el vínculo entre ambas (o más) personas cuando se proyectan frustraciones del trabajo, problemas económicos o de salud, discusiones con terceras personas externas…
La rutina también puede suponer un gran enemigo del deseo sexual y cuando estás encerrada 24/7 con la misma persona sin poder mantener tus actividades habituales o relacionarte con gente externa, es mucho más sencillo que os apalanquéis en lo mismo de siempre y que pongáis el piloto automático.
Piensa en lo siguiente: estas 24h diarias ¿las pasáis juntas como pareja? ¿cómo compañeras de piso? ¿cómo compañeras de curro? Pasarse toda una tarde limpiando a fondo la casa no es tiempo de calidad como pareja. ¿Qué hubieras pensado si en tu primera o segunda cita te invitan a fregar platos y quitar el polvo? ¿te hubiera despertado los instintos sexuales? probablemente no, a no ser que tengas un fetiche al respecto (en cuyo caso, ¡tira millas! #StopKinkShaming), entonces ¿por qué debería excitarte hacer las tareas del hogar ahora que convivís juntas?
De la misma manera que es importante tener espacios juntas dónde podéis disfrutar de actividades ociosas juntas o simplemente charlando, también es importante que en la medida de lo posible tengáis espacios separados de intimidad. Por mucho que nos guste alguien, convivir a todas horas puede llegar a ser extenuante y aquellas pequeñas manías que antes nos parecían graciosas ahora pueden desatar una auténtica guerra. Por otro lado, estar solas nos da la oportunidad de dedicarnos tiempo, cultivarnos, reflexionar… trabajar en nuestra salud mental. Si estamos bien a nivel individual, estaremos mejor con nuestras relaciones.
Estrategias para reavivar el deseo sexual
En función de la causa que haya provocado la bajada en nuestra libido, el enfoque del problema deberá ser uno u otro. No sirve de mucho hacer ejercicios de erotización y conexión con la pareja si el problema de base sigue presente, ya que eventualmente se volverá a ver afectado nuestro deseo (o bien se expresará en otro tipo de síntomas).
En ocasiones el hipodeseo sexual puede darse por causas fisiológicas (ciertas enfermedades o trastornos hormonales) o por la toma de algunas medicaciones. En este caso lo mejor es hablar con tu médica, realizar análisis y ver juntas cómo podéis abordar la situación. De la misma manera, si la causa subyacente es un problema de pareja grave, es recomendable que podáis consultar con una terapeuta especializada para poder abordar el problema de raíz.
Si notáis que lo que os sucede es que la rutina y especialmente la pandemia os está pasando factura, pese a que os seguís sintiendo cómodas la una con la(s) otra(s), os queréis y tenéis claro que vuestra relación es sólida, os dejo a continuación unos cuantos trucos y materiales para que intentéis revivir un poco la llama 🔥
Buscar momentos de calidad
¿Cuánto hace que no tenéis una cita? Si, los restaurantes están cerrados, hay toque de queda, los cines tienen límites de aforo… ¿quién ha hablado de salir de casa? Preparad una cena especial ¡o pedid a domicilio! vestiros con vuestras mejores galas (si puede ser en habitaciones diferentes, para así «sorprenderos» más) y pasar una velada alejada de pantallas y otros distractores.
Podemos pensar que es una tontería, pero se trata de hacer algo diferente, de cambiar el chip y ponerse en «modo cita», desempolvar nuestras técnicas de coqueteo y centrarnos en la otra persona, de disfrutar del momento presente y de salir del modo «compis de piso».
Fijaros un tiempo y un momento para ello, una vez a la semana o más frecuentemente si podéis. Buscad actividades que podáis hacer juntas en casa que os supongan romper con la rutina y hacer «cosas de pareja»: una cerveza en la terraza, una ducha juntas, una peli romántica con las luces apagadas… Podéis consultar este post de ideas de regalos de San Valentín y aplicar algunas de las sugerencias.
Cuidar la intimidad
¿Para qué tenemos sexo en una relación de pareja? ¿Es sólo el desfogue sexual o hay algo más? Muchas veces, lo que buscamos es conectar con la otra persona, el tacto de piel con piel, el dejarnos llevar por las emociones y el cuerpo y acallar un rato la parte más racional, el sentirnos deseadas y queridas… Para conseguir esto no hace falta una sesión sexual maratoniana, ni estar en plena forma física, ni tener 50mil aparatejos. De hecho, a duras penas hace falta follar (al menos, en el sentido más tradicional de la palabra).
Si cuando pensamos en tener sexo nos imaginamos el modelo tradicional, con la penetración casi obligatoria, el mete-saca hasta llegar al orgasmo, la cama desecha, la ducha de después, tener que preparar luego la cena deprisa y corriendo, el buscar el preservativo o lubricante que nunca está a mano, el frío que hace al desnudarse, el cansancio del polvo cuando hace 4 meses que ni subimos escaleras… ¡uf! que pereza ¿no? Cuando se está cómodo en el pijama blandito, apalancado en el sofá mientras dormitamos, es muy fácil encontrar excusas. Si encima hace tiempo que no tenemos relaciones sexuales, es más probable que nos de miedo ponernos a ello y «no estar a la altura», a que se «nos haya olvidado»… también puede preocuparnos que la otra persona nos rechace y sentirnos inadecuadas o no deseadas. Así que lo dejamos estar, dejamos pasar el tiempo y ya mañana probamos.
¿Te cuento un secreto? Cómo más sexo tengas, ¡más ganas tendrás de tenerlo! Y al revés, igual, es un pescado que se mueve la cola. Pero no puedes empezar la casa por la ventana, es necesario ir recuperando la intimidad poco a poco. Es más, deberías priorizar el tener momentos de intimidad a tener sexo en si, porque las relaciones sexuales pueden ser complicadas de encontrarles un momento en nuestro día a día ajetreado o pueden ser complicadas si estamos muy bajos de ánimo o con problemas de salud graves. Pero, ¿a quién le sobra una caricia? ¿o un abrazo? Cuando hablamos de intimidad y erotismo nos referimos al contacto físico, a la complicidad, a la sensualidad, al coqueteo… Puede ser en forma de masajes, de caricias distraídas mientras se ve una película, de besos rápidos o lentos cuando os cruzáis por el pasillo… ¡TOCAROS! No reservéis el contacto solamente para cuando llegue el momento de tener sexo, porque puede que así nunca llegue. Si los arrumacos forman parte de vuestro día a día, liberaréis hormonas como la oxitocina y las endorfinas que os ayudarán a fortalecer vuestro vínculo y a querer más. La intimidad es el abono necesario para que la tierra sea fértil y pueda florecer vuestra sexualidad.
En este sentido, si tenéis una relación sana con la masturbación, también va a ayudaros a mejorar vuestro deseo sexual. Os dejo este artículo al respecto!
Cuidar el erotismo y la sexualidad en si
Si la rutina fuera de la cama afecta, la de dentro ¡aún más! Por mucho que nos guste un plato, si siempre comemos lo mismo, acabará cansándonos, por lo que resulta importante ir variando y diversificar. ¿Cómo podemos hacerlo? Explorando vuestras fantasías sexuales. ¿Qué es aquello que siempre habíais querido probar? ¿Con qué os excitáis a la hora de masturbaros? Si no tenéis ideas, podéis ayudaros de relatos o films eróticos para inspiraros y buscar vuestras propias fantasías. ⚠️ Es super importante que siempre os queden fantasías por cumplir y que no agotéis la reserva, así que si os planteáis realizar alguna idea y probar algo nuevo, aseguraros después de buscar una (o más) sustitutos en la lista.
En el mercado de los accesorios eróticos también hay muchos productos que pueden ayudaros: dados con posturas, aplicaciones que te plantean retos, juegos de cartas o de tablero subidos de tono… En muchas tiendas eróticas podéis encontrar ideas variadas que os ayudarán a aportar variedad y diversidad de forma rápida y sencilla.
Por supuesto, el uso de juguetes, lubricantes y otros accesorios en si mismo ya puede ayudaros a marcar la diferencia y ha conseguir esta excitación extra por el descubrir algo nuevo y distinto. Ir de compras con vuestra pareja, sea de forma física o virtual, puede ser una experiencia muy interesante y os puede ayudar a volver a conectar con esa picardía y esa intimidad perdida.
Cuidar la atracción y el respeto
La admiración es la gran aliada del deseo sexual, es la base de la atracción hacia la otra persona. ¿Qué te atrae de tu pareja? De su cuerpo, de su personalidad, de su forma de hacer, de su forma de follar… ¿hace cuánto que no se lo dices?
Conforme pasa el tiempo es fácil olvidar aquello que nos deslumbró el primer día y centrarnos en los defectos y en todas aquellas cosas que no nos acaban de gustar de nuestras compañeras. Y la confianza da asco, seamos sinceras, por muy defensora que sea de la naturalidad y la aceptación del cuerpo, un eructo o un pedo rompe la magia del momento (aunque si nos tomamos las cosas con humor, puede dar lugar a anécdotas interesantes).
Tomaros un tiempo para reflexionar, cada una por separado y luego ponerlo en común: qué fue lo que primero te llamó la atención de tu pareja, qué te vuelve loca aún a día de hoy, que has descubierto con el tiempo que te encanta, que cosas dice o hace que te quitan el aliento, que rasgo físico te hace babear, que práctica sexual te hace conectarte de golpe al séptimo cielo… Deciros estas cosas no solo fortalecerá la intimidad de la que hablábamos antes, si no que os trasladará a esos momentos iniciales donde estabais drogadas hormonalmente, y ayudará a vuestro cerebro a prestar más atención a todo aquello que os parece sexy de la otra persona.
¿Todavía quieres más recursos?
Hace tiempo realicé un cursillo online con la magnífica Elena Crespi y el proyecto de Somos Estupendas. Es un conjunto de 12 talleres pensados para parejas que quieran romper con la rutina, volver a encontrarse cómo enamoradas y despegar de nuevo cómo amantes. Lleno de reflexiones, ejercicios prácticos y plantillas que descargarte, podréis volver a ReConectar. ¿Te animas? Encuentra aquí toda la información (link afiliado).
0 comentarios