Sobre la culpa y la responsabilidad

Feb 1, 2022 | Autoestima, Psicoterapia

La «psicología positiva» y los libros de autoayuda nos mandan un mensaje claro: «si quieres, puedes. Depende solamente de ti tomar el timón y cambiar el rumbo de tu vida ¿a qué esperas? el éxito está al alcance de tu mano»

Este discurso que a priori parece empoderador y que nos abre el camino a confiar en nosotras mismas, es en realidad una arma de doble filo oxidada.

Si el éxito solo depende de mi, si la felicidad o el amor se consiguen solo con desearlo, si la salud mental es un tema únicamente de «querer estar bien», entonces ¿qué pasa cuando no lo consigo? ¿Qué sucede cuando las cosas no son como el sueño bueno-bonito-barato que nos han vendido? La rabia, la vergüenza, la frustración… nos inundan: estamos mal y encima es culpa nuestra.

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Desde la psicología humanista, preferimos hablar de RESPONSABILIDAD.

A mi entender la culpa es una emoción sana e útil, como sus otras compañeras, cuando cumple su función: hacernos sentir incómodas y «mal» cuando hemos cometido un error o hecho algo mal. La culpa nos remueve por dentro y nos lleva a revisarnos y a hacer un examen de conciencia. A la práctica es como si al sentarnos en una silla notáramos una incomodidad y nos levantáramos a mirar: ¿es porque la silla cojea y toca ajustar las patas? ¿hay alguna astilla que sobresale y deberíamos limar? ¿hay que cambiar el cojín porque ya está viejo? Una vez comprendemos la información necesaria y planteamos qué queremos hacer con ella, la culpa habrá cumplido su función. Todo lo demás, es fustigación.

Responsabilicémonos pues de nuestras sillas: hay que aprender de los errores propios y darnos cuenta de dónde, cuándo y cómo podemos mejorar (que se dice pronto, pero no es tarea fácil) para nosotras mismas y también en relación con las demás. Cuidemos nuestra silla y trabajemos para que sea más cómoda, pero OJO! no somos carpinteras ni decoradoras de interiores, quizás a veces tendremos que mirar algún tutorial para saber cómo se hace algo, quizás la primera vez que pintemos la madera nos olvidaremos de la imprimación y el color no quedará tan bonito, quizás estamos a medio pintar y alguien se siente encima sin percatarse y se mancha todo el pantalón… Puede que el desperfecto sea tal que nos irá bien acudir a un profesional, incluso cuando parece que no hay nada que hacer, una opinión experta y externa puede ayudarnos a ver más allá de los problemas.

En ocasiones la silla necesita un poco de mimo, pero nos urge más prisa cambiar la lavadora o el frigo, o quizás estamos de mudanza y pensamos «ya en la nueva casa, me pongo». Yo soy mi prioridad, pero soy consciente de que en la vida hay más cosas y que estás, A VECES, pueden pesar más y pasar por delante.

No tienes porque estar bien todo el rato, ni tienes que poder sola con todo

A veces también la silla está perfecta y es el suelo el que es irregular, quizás bastará con mover la silla de sitio, quizás haya que cambiar de habitación. A veces, está todo bien y de repente al vecino de arriba le revientan las cañerías y nos inunda el comedor… hay tantas cosas fuera de nuestro control. Es importante saber diferenciar que si y que no depende de nosotras, por más que todo pueda afectarnos y provocarnos malestar, la tarea a hacer es diferente: Si puedo hacer algo, buscaré la forma de cuidar de mi silla y mantenerla mejor. Si me afecta pero no puedo cambiarlo, entonces puedo aceptarlo o irme de la habitación.

Os dejo el post de Instagram sobre el círculo de preocupación y el círculo de influencia, dónde esto se entiende mejor.

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¿Qué podemos hacer entonces? ¿Cuál es la solución mágica? Spoiler, no hay ninguna, pero quizás esto os ayude:

  • Aprende a aceptar y valorar la culpa como una emoción más.
  • Conócete: encontrarás la diferencia entre culpa y fustigación.
  • Aprende a distinguir de entre aquello que te preocupa, dónde tienes margen de acción: usa mejor tus recursos, tiempo y energías.
  • Cada una tiene su silla, no tienes porque arreglar la de los demás.
  • Descubre y desarrolla habilidades para afrontar los problemas y dificultades y cuidar mejor de nuestras silla (somos más autosuficientes de lo que a veces creemos).
  • No sientas vergüenza o reparo en pedir ayuda: la psicoterapia existe para hacerte más llevadero el camino.
  • Acepta que tu silla no es, ni será perfecta y -sobre todo- que no tiene que serlo. No eres Ikea o una tienda de muebles, se trata de sentarse cómoda en tu propia vida.

Si crees que es el momento de pedir ayuda con tu silla, puedes contactarme a través de mis redes y consultar en mi web cómo puedo ayudarte.

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